viernes, 13 de marzo de 2015

El trabajo con los chicos me hace olvidar todo lo malo, lo triste. Ayer, por ejemplo, una nena me preguntó si mi celular tenía Whatsapp y con una sonrisa cómplice, los demás se miraron y largaron la carcajada, porque saben que mi celular es antiguo, de esos que no dicen ni mu. Al final, nos reímos todos. Esos momentos son mágicos; una posibilidad de abrir los ojos al mundo, los días a la vida.