sábado, 9 de noviembre de 2013

Le temo a noviembre, a su vacío. Hace 26 años buscábamos desesperadamente, junto a mi hermano, a mi papá. Solíamos quedarnos mucho tiempo esperando que bajara del colectivo. Fueron días y días así. Yo tenía 8 años y escribía en mi diario, le escribía a dios. Le pedía que me devolviera a mi papá. Un día como hoy lo encontraron sin vida. Me costó horrores ponerle palabras, poemas a su muerte, a sus muertes. Pero nada ha sido en vano: el barco, el muelle y las manos abriéndose a la vida. Siempre.