jueves, 2 de diciembre de 2010

Hoy tuve un día accidentado. Por la mañana, en las clases de apoyo, desaparecieron las figuritas de Kevin. Nunca había pasado algo así. Los niños no acostumbran a robarse las cosas. Me dio mucha pena porque fui yo quien le pidió a Kevin ver sus figus. En fin, llamé a cada padre para ponerlos al tanto de la situación. Me dijeron que no me haga problema, que no era para tanto. Para mí sí lo es. Sigo pensando en qué pudo haber pasado. En fin.
Por la tarde, trotando en el gimnasio, a alguien se le ocurrió abrir la puerta y la toalla que siempre me acompaña, se voló, cayó en la cinta y casi quedo desparramado en el piso. Cuando miré hacia atrás, un pibe muy parecido a Ricardo Fort se estaba riendo de la situación.
Todo esto es para decir que aún me dura la emoción de los días en Comodoro, lejos de todos, cerca del mar.